INTRODUCCIÓN
Quizás me quedé allí con la esperanza de poder embotellarte entre esas cuatro paredes y olvidar que hacía más de un mes que no volvías para rayar la cerradura con tu pésima puntería. Tenía nuevas costumbres. Solitarias costumbres. Y me faltabas. Y otras formas de matar el tiempo.
Lo que me gustaba era que exclamara y que no dijera nada, abriendo las pupilas como un yonki puesto hasta arriba y cayendo enferma de deseo y la fiebre incendiándola en la cama, y todo duró lo que un incendio en un jardín de hierva seca, y quizás entonces para ella fui un caso de filantropía, un peluche de esos deshechos que no quieres tirar por pena y los recuerdos.
Cuenta la leyenda que esto antes se actualizaba cada poco tiempo..
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